Ayayay, si parece que el que manda el mundo ahora es el mismo Demonio. Ese angelito tan lindo que por pura envidia (Madre de todos los males, que son muchos...) se transformó en nuestro dolor de cabeza. Bueno, pero será de Dios...
Es fácil conseguir lo que uno quiera gracias a este tan simpático amigo, dinero, belleza, juventud, algunos favorcillos un poco más morbosos..., etc. Basta con ir a un lugar oscuro y solo y pronunciar esas diez palabras de memoria...o, claro, llamarlo por sus seis nombres: Asmodeo, Demonio, Satanás, Belcebú, Belial... Él aparece, se hace el contrato (que siempre tiene el mismo valor, El Alma), se fija el plazo y "san"seacabó...; un gran mérito tiene el Diablo eso sí, es sumamente puntual.
Como olvidar a nuestro querido personaje Pedro Urdemales, del Folkclore criollo, que se las ingeniaba para vencer al mismo Satán: En el momento de fijar el plazo Urdemales sentenció que le entregaría su alma al que tanto le regocijaba en un año exacto, pero mañana. Cuando volvió el amigo a cobrar el favor concedido 366 días más tarde con las palabras "Hoy se ha cumplido el plazo", Pedro Urdemales le hizo entender al del tridente que hoy es hoy, y mañana es mañana, por lo tanto se había adelantado. Años de años estuvo el Diablo encontrándole una salida al ingenio de Urdemales, pero se resignó a buscar otras almas más fáciles de corromper. Pero salgámonos de las mentiras y pasemos a las leyendas...
Claudio Vicuña deseaba con toda su alma ser alguien en la vida, pero aparentemente no lo conseguía o, simplemente, quería más. Es así como conjuró al Demonio al mismo tiempo que el Mandinga arrancaba de Demonios más grandes que derrocaron al presidente de turno y mataron a compatriotas en una sangrienta Guerra Civil.
Cuando estaban muy cerca de cumplirse los 50 años de plazo que dio Lucifer al señor Vicuña para llevar su alma, este comenzó a oir misa sagradamente todos los domingos, a hacer cuantiosos donativos a la Iglesia, en resumen, intentó ser un buen cristiano.
La noche anterior al plazo convenido, Claudio Vicuña salió de su fundo de Casablanca a unas tierras en Placilla. En el camino se echó al anca al viejo cura que había bautizado a su hijos. Una vez en Placilla, el sacerdote se había enterado de toda la situación y había prometido pasar toda la noche en vela rezando al lado de la cama de don Claudio con tal de que no se lo llevara el Diablo. Se mantendría estoicamente firme aún cuando sintiera bravos ladridos caninos, o viera un perro aumentar desmesuradamente de tamaño en pocos segundos, etc.
Los sirvientes de Vicuña sabían perfectamente que la vida de su patrón dependía de ese curita que comenzaba a repetir sus eternas letanías en latín mientras el amo dormía.
Al otro día lo encontraron tieso en la cama, y ni rastros del cura. Preocupados, llegaron al obispado mismo a consultar por él. Tiempo después el obispo les comunicó que ese tal sacerdote había muerto ha ya muchos años entregando la Buena Nueva en el Brazil...
Y casos así son muchos, en que no sirve arrepentirse a último momento, vean ustedes lo que pasó con la Quintrala, pero ella merece un cuento aparte.
Valparaíso, como en todo orden de cosas, no se queda ausente de este tipo de rituales. Terminando los 1800's desembarca en nuestro Puerto Martin Busca. Sus frases célebres no eran otras que: "deme trabajo, por favor, patroncito, no me obligue a robar". Busca sentía en sí mismo, además del peso de su propia pobreza, el dolor ajeno clavándosele como una estaca en el pecho; tanta enfermedad, tanta indiferencia por parte de los ricos... No podía más, decidió haerse millonario a costas del único Banco que le prestaría plata a un Don Nadie, el Infierno. Se citó con Belcebú y este fue muy claro en su propuesta: tendría dinero a destajo, pero apenas su cuerpo tocase tierra el día de su muerte, el reclamaría su alma.
Nunca más le faltó pan a Martín Busca; de hecho, se hizo tremendamente millonario. Entre medio de los caballos él manejaba su auto; a su casa llegaba agua por cañerías; la luz era a gas y no había que usar fósforos. Ayudaba a quien lo necesitara. Nadie le tenía envidia pues los pobres sabían que si en algún momento pasaban por alguna necesidad, ahí estaría Martín Busca para correr en su auxilio, y vice-versa.
Martín Busca dio trabajo, respeto y sueldo digno, trajo hacia las poblaciones la nueva luz eléctrica, agua potable, piedras con alquitrán en los caminos, hasta echó caminos cerro arriba para que no sólo pudieran subir los burros pero, por sobre todo, amó a Dios por sobre todas las cosas...
No hay deuda que no se pague ni "niña" que no se case (de las que "venden fruta"). En su lecho de muerte Busca contó el secreto, y la gente, cariñosa y agradecida, escuchó con horror sus palabras. Todos estaban desesperados porque el alma de Martín Busca, el benefactor, se iría a quemar a los Infiernos; y probablemente también iría a para allí su dinero. Había que hacer algo. Y fue en ese momento en que el viejo Martín hizo incapié en las palabras del Malvado, "apenas tu cuerpo toque tierra..."; a un obrero se le ocurrió la idea de no enterrarlo, sino que subirlo a un nicho, un fundidor amigo ofreció una caja de plomo...
Entonces quedó el ataud rodeado de una caja de plomo, que está rodeada por una caja de madera, la cual está envuelta por una gruesa capa de cemento que toca suelo a través de cuatro patas de dragón, de cemento, con 6 dedos cada una (Número del Diablo), las cuales hacen contacto sólido (Gracias a cadenas interiores) con el piso de cemento, que debajo tiene una capa de granito, una de loza y otra de cemento. La cripta es ovalada, lo que asegura resistencia a cualquier terremoto e incluso para llegar a ella hay que subir dos peldaños de cemento que separan aún más del suelo a Martín Busca, el hombre del Cementerio 3 de Playa Ancha que no toca tierra...
El suma y sigue de aventuras similares es inagotable; se le acusa de haber pactado con don Sata a un ex presidente de nuestro país, don Pedro Aguirre Cerda (A su familia, en realidad), al mismísimo Vicente Huidobro, incluso a cierta dueña y directora de un colegio de San Felipe en el cual cada año ha muerto un alumno (Supuesta paga para el Señor de las Tinieblas). Lo único que puedo decir que sé a ciencia cierta es que Satanás existe, y que debe ser cierto lo que dijo otrora don Hernán Nuñez Oyarce (Dios lo tenga en Su Santa Gloria): Satanás mismo debe de haber inventado la cueca...
(El Diablo se fue a bañar
y le robaron la ropa,
y la Diabla se reía
de ver al Diablo en pelotas...)